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Un caso ficticio de trastorno bipolar
Sara es una compañera de trabajo con trastorno bipolar diagnosticado. Siempre me ha sorprendido la espontaneidad con la que habla a todo el mundo. A veces incluso parece ser que no tiene filtros en lo que dice. Hace unas semanas me preguntó sobre posturas sexuales y ni mis gestos de extrañeza o incomodidad la detuvieron. Terminé debatiendo con ella sobre cuestiones de un modo que no he hecho con nadie más. Quizás movido por el aura de simpatía y energía que desprende.
A lo largo de varias semanas, pude ver cómo era capaz de acaparar la atención en un nutrido grupo de personas aunque hablara de lo más trivial y al verme, preocuparse por mi de un modo desorbitado, hacerme sentir bien, aunque algo ansioso, contagiado por su locuacidad y explosión de palabras en tan poco tiempo. Si tuviera que calificarla en una palabra, diría que es abrumadora.
Recuerdo el día en que llegué a casa pensando que esa mujer era un torbellino emocional. Una fuente inagotable de vitalidad, aunque he de decir que ese excesivo nivel de energía que desprendía me hacía sentir incómodo en ocasiones. No ya por los temas inadecuados que sacara a colación, sino por el sentimiento de que su velocidad de pensamiento y su discurso, atropellado en ocasiones, me provocaba cierta ansiedad.
Súbitamente, parecía otra persona…
Sin embargo, tan solo 24 horas después, Sara no parecía la misma persona. La saludaba y ni me miraba a los ojos. Absorta tras una mirada perdida en un punto cualquiera de su móvil, o bien mirando al techo. Preguntando a otros compañeros, salieron comentarios no muy amigables hacia ella:
- » Es muy rara»
- «Esta es bipolar»
- «Estará en esos días»
Y se confirmaron las sospechas
Un día se enteró que estaba estudiando psicología. Me confesó que tenía diagnosticada depresión bipolar, de modo que mi puzzle encajó y aprendí a comprenderla mejor. Llevo sin hablar con ella varias semanas, pero no hace falta; con saber que uno está disponible llegado el momento, es más que suficiente.
¿Qué es el trastorno bipolar?
El trastorno bipolar es una enfermedad mental encuadrada dentro de los trastornos del estado de ánimo. Se define por alteraciones muy bruscas entre los dos polos más distantes en el estado de ánimo:
- Manía o hipomanía: Se dan episodios de agitación, euforia e incluso delirios.
- Depresión o estado deprimido: Caracterizado por síntomas como tristeza, melancolía, pérdida de interés o placer, etc.
Un aspecto muy importante para diferenciar el trastorno depresivo mayor respecto al trastorno bipolar está en que mientras en el primero es imprescindible la presencia de depresión, en el caso de los bipolares, las personas no tienen por qué haber experimentado un episodio depresivo en su vida. No es condición «sine qua non» para su diagnóstico.
Es importante comentar que hoy en día no podemos hablar de una causa o causas que expliquen el origen del trastorno bipolar. Se está investigando el origen genético del trastorno, ya que es sabido que en los pacientes bipolares es muy común la presencia del trastorno en generaciones anteriores de sus familiares. Por otra parte, se pueden destacar algunas características demográficas respecto al trastorno bipolar:
- Edad media del primer episodio en un trastorno bipolar: 20 años.
- Epidemiología: 10% sobre el conjunto de los trastornos del estado de ánimo.
- La proporción de hombres y mujeres con este trastorno es similar.
¿Cuántos tipos de trastorno bipolar existen?
La clasificación más extendida es la Karl Leonard, que nos habla de bipolar tipo I y bipolar tipo II:
- Tipo I: Las personas presentan o han presentado alguna vez en su vida un episodio maníaco. Este es el elemento diferenciador respecto al bipolar tipo II, lo que hace que sus síntomas sean más severos.
- Tipo II: En este trastorno, la persona nunca ha experimentado un episodio de manía. Los episodios que ha sufrido la persona son menos graves y no han llegado a interferir de un modo significativo en su vida diaria. Sin embargo, las personas diagnosticadas por el bipolar tipo II suelen pasar por estados de depresión mayores que los del tipo I.
¿La manía y la depresión son las dos caras de la misma moneda?
Si bien en la manía e hipomanía se dan episodios de bienestar, omnipotencia, rapidez de pensamiento y discurso atropellado, que contrastan con la tristeza, anhedonía y bajo estado de ánimo de una depresión, el hecho de tener rasgos compartidos como problemas de sueño o trastornos de la alimentación, llevan a responder negativamente a la pregunta; No podemos hablar de manía y depresión como términos opuestos.
Un poco de historia sobre el trastorno bipolar
- Areteo de Capadocia (Siglo I d.C.). Escribió «Sobre las causas y síntomas de las enfermedades» donde describió varios casos reales de agitación nerviosa e inhibición que se alternaban en una misma persona.
- Mitad siglo XIX: Faillet y Baillarger describen casos de pacientes internados en hospitales, con síntomas depresivos y maníacos que se van sucediendo de forma recurrente (Jackson,1986; Perris,1985).
- Emil Kraepelin: Habla de la «locura maníaco-depresiva», aunque no distingue abiertamente los trastornos bipolares de los depresivos.
- Karl Leonhard (1957): Psiquiatra. Es la primera persona en hacer la distinción entre trastornos bipolares (maníaco-depresivos) y monopolares (únicamente depresión).
- A partir de los años 70: Empieza a utilizarse la distinción entre bipolar tipo I y bipolar tipo II.
¿Qué síntomas tiene un trastorno bipolar?
Conocer los síntomas de un trastorno bipolar, lleva al profesional a un diagnóstico más rápido y fiable. Afortunadamente, el tiempo medio en diagnosticar esta enfermedad se ha reducido considerablemente. Podemos hablar de diversos síntomas tales como:
Síntomas anímicos
- No podemos hablar de estados propios de felicidad y bienestar típicos.
- Alta excitación anímica.
- Agresividad frente a amigos, familiares y extraños que intentan disminuir la alta excitación de la persona.
- Conductas destructivas: Por ejemplo, renunciar al puesto de trabajo sin ningún criterio medianamente racional.
- Delirios: Pensar que por empezar a tocar un instrumento en breve será una estrella de la música, creer que va a ser millonario de la noche a la mañana movido por ideas sin sentido, etc.
- Autoestima exagerada.
Síntomas cognitivos
- Pensamiento acelerado.
- Habla rápida, entrecortada. Es difícil de seguir un hilo argumental. Caracterizado por continuos cambios de tema.
- Dificultad para mantener la atención . Por ejemplo, no poder seguir una conversación o la visualización de una película.
- Agilidad mental, aunque el resultado de la misma se halla deteriorado por los puntos anteriores. Pensar y actuar rápido no sirven si no se da una cierta coherencia en lo que uno hace.
Síntomas físicos
- El umbral del cansancio físico es alto. Por lo tanto, se siente con más energía en general respecto a otra que no tenga el trastorno.
- Problemas de sueño
- Aumento del apetito
Síntomas conductuales y motivacionales
- Sensación de tener una energía prácticamente inagotable
- Esta sensación puede traducirse en una reducción significativa de las horas de sueño mientras se desarrollan planes
- Discurso excesivo y acelerado.
- Fuga de ideas: El pensamiento va más rápido que el registro de las ideas, las cuales saltan de unas a otras.
- Hipersexualidad
- Conducta alterada: Agresividad, baja tolerancia a la frustración
- Comportamiento imprudente: dejar el trabajo de forma súbita sin contar con un plan alternativo, realizar inversiones de dudoso aprovechamiento. etc.
Síntomas interpersonales
- Difícil relación con las demás personas durante los episodios de manía.
- Resistencia al control y a ser controlados por los demás.
- Baja tolerancia a ideas contrarias a las suyas cuando se manifiestan en una conversación.
- Comportamiento sexual y lenguaje altamente desinhibido: Pueden sobrepasar fácilmente los límites establecidos.
- En los episodios de hipomanía, pueden transmitir sensaciones de vitalidad, simpatía, liderazgo, agilidad mental que incluso cautiven a su interlocutor.
Tratamiento
El tratamiento más adecuado para el trastorno bipolar es fruto de la combinación de psicoterapia y farmacología. Por tanto, es necesaria la intervención de un médico especialista en trastornos mentales junto a un psiquiatra y psicólogo clínico. En resumen, puede hablarse de:
Medicamentos, tales como:
- Estabilizadores del estado de ánimo.
- Antidepresivos.
- Antipsicóticos.
- Ansiolíticos.
Psicoterapia:
El eje central de la terapia va a gravitar lógicamente en el propio paciente, aunque es necesario conocer bien su entorno; de modo que puede sernos útil realizar también sesiones de terapia con sus familiares más cercanos e incluso amigos y demás personas de su círculo más próximo. Por otra parte, hay varias terapias con utilidad demostrada, como terapia interpersonal, psicoeducación o la terapia cognitivo- conductual.
Conclusión personal y cierre
En consonancia con lo que he podido observar y estudiar estos años, el trastorno bipolar es, al igual que el resto de trastornos del estado de ánimo, una enfermedad tan compleja como incomprendida por la sociedad. Casos como el que he iniciado el artículo existen en el día día y las personas que lo padecen tienen una difícil adaptación a la sociedad, producto de esa misma incomprensión a la que hay que añadir la falta de adaptación de la sociedad. El autor Alejandro Hernández, a través de su libro «De bipolar a bipolar» señala, en unos términos similares a lo dicho a continuación que; «No existe una sociedad mentalizada con el trastorno bipolar al nivel en que lo pueda estar respecto a personas con movilidad reducida u otra diversidad funcional». Os facilito el enlace a la entrevista que le hicieron hace unos años. Me parece muy interesante y esclarecedora.
En conclusión, considero necesario e imprescindible para todos aquellos que nos dediquemos a la salud mental, dar a conocer todas estas enfermedades a la población y normalizarlas en el día a día, dándoles una mayor visibilidad. Muchas gracias por haberme acompañado a lo largo de este artículo. Nos vemos la semana que viene.
Para saber más sobre el trastorno bipolar:
Belloch,A., Sandín, B. & Ramos, F.. (2009). Trastornos del estado de ánimo: Aspectos clínicos. En Manual de psicopatología (Vol II) (650). Madrid: Editorial McGraw Hill.
Hernández, A. (2011) De bipolar a bipolar. Almería: Editorial Circulo Rojo.
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